Al llegar a determinada
edad... a ella le sigue gustando gustar. En cambio él ya ha renunciado -por
desidia o lo que sea- y sólo quiere que le gusten. ¿Cómo decirlo? Ser gustado,
quizá sea casi exacto; revolcándose en la impotencia tan bien conocida por
ella. Él, resentido, piensa que es obra suya (de ella) y la desprecia (a ella).
Se va con sus amigotes, tan impotentes como él: no en lo sexual, pero sí en lo
humano. Quiere ser animal, casi una zorra que desprecia las frutas apetitosas,
jugosas, mintiéndose que están verdes.
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