Me parecía tan vulgar hablar del negro brillantemente esplendoroso en tu bolsa de Adidas… y sin embargo ¡deseaba homenajear el bello destello que ha supuesto verte! Más allá del esmalte de tus uñas (refulgente en mis pupilas) o los colores seductores de tu iPhone, que graciosamente jugaba entre tus dedos; más allá también de la profundidad de tus ojos remarcados por su misterioso borde negro… a juego con el pantalón ajustado a la silueta de tus muslos. Mi deseo de homenaje iba mucho más allá, sin duda; ni siquiera me has visto, gracias a mi disfraz de persona gris y el disimulo que llevaba en la mirada… enfrascada en tus cosas, de tanto en tanto regalabas tus sonrisas a la Nada. Finalmente, desde el torpe torbellino de un cerebro en retirada, sólo he sabido eternizar nuestro choque de esta forma:
"… mientras alguien, desde el silencio, contempla y observa tu belleza: ese mohín de no-estar-conforme que frunce tus labios hasta el éxtasis (el mismo que a mí me desespera). Sigues en el mundo tras ese instante eterno, sin apercibirte de que precisamente ser eso (estandarte de la estética), tan fugaz como atractivo, es lo que hace desmoronarse todo; vas dejando –ignorante- tu estela, tu rastro inaprehensible y cautivo del cuerpo adolescente: vas hacia el futuro sin dejarte inmortalizar más que por letras, porque el olvido de tu rostro significa la muerte del tiempo, la catástrofe de las esferas que te impide estar contenta."
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