Estás en el cine –muy moderno y con olor a nuevo– y de repente en la pantalla aparece la palabra "filosofía" en algún idioma extranjero, desconocido para ti. En ese momento te das cuenta de las enormes ganas de mear que tienes, pero están apagadas las luces. Decides aguantar y ver de qué se trata ese "documental". Resulta ser la filmación de una cámara yendo por un pasillo con tonos marrones (por lo menos no es un hospital) mientras recitan frases en superposición de color amarillo, pero en otro idioma, desconocido. Sorpresa. Por suerte, lo han subtitulado en español con tal acierto que las letras son también amarillas y se mezclan, se juntan con las otras y no se sabe lo que pone en ningún idioma. La voz en off sigue recitando algo que se pierde tras las protestas del público, entre ellas la tuya.
Pero un momento después cambias la protesta por la imaginación: te imaginas caminando por un sendero del campo mientras oyes a lo lejos niños que entonan una canción preciosa, que te alegra el paseo mientras recuerdas la sonrisa de un amigo. Quizá tenga que ser eso la filosofía. No olvides, sin embargo, que recorrieste otros cines antes de elegir este que ahora se te hace insoportable por el griterío.
De un volumen sobre sueños en preparación, inédito.
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