domingo, 30 de junio de 2013

OTRA CONFESIÓN

A veces tengo la impresión de que la vida es un mosaico: pequeñas piececitas, como paréntesis insertados (con paciencia de orfebre) en el conjunto de la literatura, lo que la incluye.


Porque ¿acaso hay algo que no sea el arte mismo? ¿Algo puede quedar fuera? Desconozco la respuesta, por eso le doy la vuelta: en ocasiones me parece que la literatura es el refugio, la excepción que me permite sobrevivir aferrándome a “lo otro”. Durante esas diminutas estrellas fugaces, el cielo entero resplandece. Sin embargo ¿es tan englobante la vida? ¿Puede incluir a la literatura también cuando me ducho o friego los platos?

Quizá sea más fácil que todo eso, ambas se incluyen porque se identifican: son la misma cosa. Y quizá cuando me parece que vivo, realmente hago literatura; o también, cuando me parece que escribo en realidad estoy viviendo. ¿Dónde está la frontera, dónde el pasaporte?

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