Fíjate si te quise, que algunas
veces
salimos juntos a comprar ropa
¡con lo insoportables que os ponéis
los tíos en las tiendas!
También es cierto que te quise un
poco
por misericordia (tanto amor toda la
vida)
y otro poco por curiosidad, por
saber
cómo es un amor platónico en la
práctica.
Me habría gustado que tu marcha
hubiera dejado una inscripción
en el frontispicio de mi vida:
“recuerdo de un muerto”. Pero no
ni muerto ni tan importante, sólo
te largaste. Y ahora seguro
que vives feliz sin mí, no quiero ni
verlo.
Tú siempre has sido capaz de todo
por lo único que quieres… tú
siempre dándole la vuelta a las
cosas,
rizando el rizo hasta retorcer
la tortilla. Ojalá sólo tengas frío.
Eres como el hambre que deja la
fruta
tras un día a dieta; peor que no
haber comido. Nada más.
El hambre de la fruta, eres.
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