Una de
las características de la chusma es que no tiene conciencia de serlo. Parafraseando
a Duchamp[1]:
al individuo chusmático le parece que la chusma siempre son los otros. De ahí
que, por esto mismo, todos seamos chusma a los ojos de alguien. Hay una especie
de reparto democrático de la chusmería: a todos nos alcanza en mayor o menor
medida.
Ahora
bien, parafraseando a Marx (Groucho)[2],
no hay placer más sublime que el de pasar por chusma a los ojos de la chusma
misma. Lejos ya de toda dialéctica entre desiguales y de toda condición humana…
Por
todo eso de alguna manera siempre he sido chusma: pero chusma alegre,
despreocupada. Sin conciencia de los daños colaterales provocados por mi
condición… hasta el punto de ser proselitista en ocasiones.
Por
suerte las cosas han cambiado. En ciertos aspectos me considero chusma para
algunos otros, contribuyendo así un poco a la justicia social.
Pero
también creo estar ahora en condiciones de distinguir la chusma esencial, la
verdadera: la distancia me lo permite. Alguna vez, inconsciente y atolondrado,
formé parte de ella. Nada puede resarcirme ya de semejante despropósito.
Comento
mi ejemplo públicamente por si alguien se viere reflejado… y también para que
penséis que, como me ocurrió a mí en tiempos, quizá ausentes de conocimiento o
deseo, pero estáis rodeados de chusma sin admitirlo.
O sois
la chusma misma, no sé.
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