No podréis competir conmigo. Apareceré al final de la partida, cuando parezca que ya está todo decidido: alguien pensará que va a ganarla porque le ha entrado una buena mano de cartas, algo excepcional y extemporáneo, pero… para entonces ya llevaré mil años de descartes y mi repóker no será casual, ni podrá luchar contra él jugador alguno. Mi victoria no será casualidad, sino paciencia.
jueves, 3 de enero de 2013
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