lunes, 16 de septiembre de 2013

El tango (2)

SEGUNDO
Para quien se encuentra triste, en la pendiente, solitario y ya vencido, es necesario resolver una duda que destroza el alma, saber si aún vale la pena jugarse y vivir o no hay más remedio que vivir así, tirado y pisoteado, como en el suelo, porque no puede seguir sin saber la verdad.
Como perros de presa, las penas traicioneras le hacen sentir un dolor de bestia perdida que quiere huir del puñal, y aunque todo en el mundo es inquietud, en medio de tanta indiferencia busca sus propias verdades.
Pero duele tanto tanta calle, tanta gente y tanto mal que no hay estómago que aguante este desprecio, y sumando mentira tras mentira, infamia tras infamia, acaba sabiendo que la vida no es juguete y el lirismo es un billete sin valor.
Observando que la gente rinde culto a la mentira, lo más inmediato es que hay que fingir para vivir decentemente, pues la verdad es restregarse con arena el paladar y ahogarse sin poder gritar, porque la razón la tiene el de más guita, la honradez la venden al contado, y la moral la dan por moneditas.
Resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio o chorro cuando al final se vive igual mintiendo si hoy ya murió el criterio y vale Jesús lo mismo que un ladrón.
No hay que esperar nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor, puesto que amor y fe mentiras son, y del dolor se ríe la gente.
Lo mejor es no pensar ni equivocado, ¡para qué! si igual se vive, y hay que vivir de rodillas para merecer algún favor, que si de pie te pones para gritar tanta ruina y maldad, crucificao te vas a ver por la moral de los demás.
En este desencuentro hasta Dios está lejano, ya ni se le puede buscar por las esquinas; se lo llevaron, lo secuestraron y nadie paga su rescate.
Si todo es mentira, mentira es el lamento y está solo el corazón, es preferible llorar si otros lloran, y si la murga se ríe hay que saberse reír.
Comprender, en fin, que la vida es una herida absurda, y es todo, todo tan fugaz, que hay que desconfiar de todo el mundo y no entregarse a nadie si en la duda está el saber.
YIRA, YIRA

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