PRIMERO
Un gaucho que
pasa sin rumbo ni amor, y en el pecho dolor de vieja arboleda, canción de
espina con un pedazo de vida, se va a encontrar con la fría sordidez del
arrabal en Buenos Aires atrapado a sus calles, ambulando su piel.
Al verlos la
Pampa es un verde pañuelo tendido en el suelo que quiere llorar con un compás
de tango de antes, para poner color al dolor del inmigrante. El alba no perdona
ni tiene corazón para el amor ausente tras un retazo del olvido, porque ese
cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul.
Por eso gimen las
noches de tan silenciosa calma y bajo el burlón mirar de las estrellas nace el
tango errante y sentimental, fruto de la alegre gente en su excitación.
La milonga entre
magnates con sus locas tentaciones es un pintoresco broche sobre la noche del
carnaval donde muchos se embriagan con vino y otros se embriagan con besos.
Pero eso sólo es
una apariencia, porque son náufragos del mundo que han perdido el corazón por
los fracasos del amor, y la suya es una risa que precisa la confianza del
alcohol.
En los
prostíbulos se cambia el oro por las mentiras y se compra al contado el falso
amor, y si nace en ellos el tango es porque la tristeza inventa flores allí
donde van los que tienen perdida la fe.
Son almas que no
tienen puerto porque han olvidado las rutas del mar y saben que es triste la
primavera si se vive desteñida.
La alegre y
triste fiesta de los que viven al ritmo del tango es la música de la carne que
enciende todos los fuegos al arrullo funeral de un bandoneón.
La noche parece
un pozo de sombras, y las pobres barcas sin rumbo que hacia las playas arroja
el mar sin fe, sin patria, sin esperanza, inventan las notas que muerden las
carnes con su motivo sensual.
Al fin, ¿quién es
culpable de la vida grotesca, ni del alma manchada de carmín? Cuando los amigos
que no están son el son del tango amargo conviene aprender a ser absurdo, por
eso se abrazan bajo el foco muñecos de serrín.
La sangre que
sufre a cada compás mientras el brazo como una serpiente se enrosca en el talle
que se va a quebrar.
Así se baila el
tango, mezclando los alientos, cerrando bien los ojos para oír mejor.
Para todo hay un
tiempo acompasado, y el tango, que está en todas partes, hace que el amor
perdido se convierta en una sombra más fuerte que la muerte, grito perdido en
el olvido, paso que vuelve del fracaso, canción hecha pedazos que aún es
canción.
NINGUNA
Por lo visto la sequía es más seria de lo que pensaba, Don Ernesto.
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