¿Qué
ocurrió realmente? Nunca llegaremos a saberlo con certeza. La memoria traiciona
los recuerdos, los deforma a su antojo. Al elemento de la percepción subjetiva
de los hechos (cuando se producen) hay que añadir un segundo factor: con el
paso del tiempo la memoria va modelando a su antojo esos hechos, que finalmente
acabarán convertidos sólo en una sombra de lo que realmente fueron; recuerdos
de lo que nunca llegó a ocurrir, de un Universo alternativo que sólo ha
existido en la imaginación y el deseo (tan incomunicables como personales,
veleidades de veleta).
El ejemplo más claro lo tenemos en los exámenes; la
mejor época es desde que se hace el examen hasta que salen las notas: cada
instante que pasa hace que la esperanza en el resultado positivo crezca hasta
más allá de las expectativas que objetivamente podrían tenerse… hasta alcanzar
una deformación interesada tal, que sólo vuelve a la realidad en el momento de
hacerse público el listado de calificaciones. Después todo se explica, claro:
en último término, en el despacho correspondiente.
De unas memorias en preparación...
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