Siento
en mi interior una dolencia
intuida,
siempre nueva, desconocida.
Por
si acaso fuera cáncer, mañana
pienso
empezar todos mis sueños
para
que la muerte no me encuentre
con
tantas cuentas pendientes.
Es un
dolor que no duele, es el vacío
de un
corazón siempre hambriento
buscando
una gota de rocío;
es el
afán de lluvia que late
al
fondo de la ilusión marchita,
el
afán de sol para mis venas
deseando
crecer siempre verdes.
Mis
entrañas hierven una tormenta
pues
necesitan algo que no llega
quizás
está llegando a cada instante;
desde
mañana forjaré mis mil sueños
a
golpe de aliento y de sangre, sin miedo
y
lejos ya de maldiciones o amenazas.
En mi
interior anida una dolencia
emergente,
imparable y gigante.
Mañana
empezaré a curarla
por
si acaso fuera la vida.
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