Una
de las características de la chusma es que no tiene conciencia de serlo: al
individuo chusmático le parece (parafraseando a Duchamp) que la chusma siempre
son los otros. De hecho, por esto mismo todos somos chusma para alguien; hay
una especie de reparto democrático de la chusmería, a todos nos alcanza en
mayor o menor medida.
Ahora
bien, parafraseando a Marx (Groucho), no hay placer más sublime que el de pasar
por chusma a los ojos de la chusma misma. Lejos ya de toda dialéctica entre
desiguales y de toda condición humana…
Por
todo eso, siempre he sido chusma de alguna manera: pero chusma alegre,
despreocupada. Sin conciencia de mis daños colaterales (los provocados por mí),
hasta el punto de ser –en ocasiones- proselitista.
Las
cosas han cambiado, por suerte. En algún aspecto (para algunos otros) me
considero chusma, para contribuir un poco a la justicia social. Pero también
considero que ahora estoy en condiciones (la distancia me lo permite) de
distinguir la chusma esencial, la verdadera; alguna vez –inconsciente,
despreocupado– formé parte de ella. Nada puede resarcirme ya de semejante
despropósito. Sin embargo, comento mi ejemplo en público por si alguien se
viera reflejado. Y también para que penséis que quizá sin saberlo ni desearlo
(como me ocurrió a mí en tiempos) estáis rodeados de chusma sin admitirlo. O
sois la chusma misma, no sé.
Esto me ha recordado lo de que 'ningún idiota se queja de serlo'.
ResponderEliminarAdemás tengo comprobado personalmente que nunca, pero es que nunca jamás, se cansan de hacer el idiota.
Caspañistán eh asín.
Les falta autoconciencia y autocrítica. Así sobreviven, los pobres vegetales. ;)
ResponderEliminar