lunes, 26 de julio de 2010

PATÁFORA (sinestesia)

Vivir es temblar.

Los sueños son metáforas
del indeseable pasado.
Sólo queda el despilfarro de los años,
pues las metáforas son sueños.

La muerte es mi única esperanza.

Incluido en "Equipaje para un desarraigo" (Inédito, 1991)

martes, 20 de julio de 2010

LA ESTELA DEL DRAGÓN

Huid, huid.
Escapad de esta tierra maldita
que asesina a sus hijos de la peor manera.
Porque desgarrarse las entrañas
en la impotencia y el hastío
es no vivir.
Huid.
He visto inmensos campos llenos de muertos,
y padres que sólo contaban los cadáveres;
llanto en todos los rincones
pero muerte también de este lado
desde donde se ven las coronas.
Huid sin mirar atrás
no sea que la tierra, con sus fingidos lamentos
sea capaz de arrastraros a la desdicha de la costumbre
y os convierta en antepasados.
Huid y si no, un día vuestros hijos
huirán de vosotros.
Deprisa, huid al horizonte,
único sitio donde amanece.
Tomad el carro
de la desilusión y desbocad sus caballos
atravesando la misma tierra
que amenaza la vida, cada día.
Huid, sin nada.
Un puñado de amigos en el carro, pero
no os equivoquéis:
al horizonte no se llega nunca.
Huid todos.
Huid ya, ahora mismo.
La maldición está en esta tierra, en toda la tierra.
La Tierra. Un día os arropará,
pero hasta eso será mentira,
porque os estará sepultando.
Huid.
Proclamo ahora que quien no huye es un traidor, asesino
una sonrisa sádica
que nos convence de que no hay maldición.
Huid, atropellad
a quien os hable del mañana:
quiere alimentar sus gusanos con vuestro cuerpo.
Sólo es sincero el color del luto,
lo demás patrañas de perros,
los mismos a quienes hemos creído
cuando nos dicen: hay que vivir.
No, creedme.
Sólo huyendo, entre la sangre
de aquellos a quienes quisimos una vez
y ahora están muertos bailando alrededor,
en este mundo sin sentido.
Huid como yo huyo
escondiendo el rostro entre unas manos
inservibles ya para las caricias.
Huid conmigo
para dejar desiertas las ciudades,
que las invada el viento helado
de nuestro desprecio.
Porque sabemos que sólo huyendo llevamos las riendas.
Huid, sin dueño.
Huid, sin tierra.
Huid, sin nada.
Huid de la muerte que se disfraza de vida,
esa vida que cada día nos cuesta más,
y nos sumerge más en ella misma, nos atenaza.
Revolveos en este fango
y con fuerza de titanes
tomad el carro y huid.
Huid o callad para siempre.

(1991)

miércoles, 7 de julio de 2010

non bis in idem

Hace infinitos años, era atleta olímpico
por algún país del este cuyo nombre ha desaparecido.
Sin haber llegado jamás al abandono
de semejante atmósfera decadente, inhumana
sin haber perdido dignidad ni buen humor
hasta hace un par de años era obrero
sin hoz pero con martillo, como todos los del gremio
infinito de la construcción de la corrupción.

Ahora llega la recaída, la Nada.
Es el momento de hacer caso al gurú de la poesía
y dejar de lado el ‘yo poético’, no vaya a ser
que coincida con la sutil metáfora de alguien
que multiplica los entes sin necesidad.

Es hora de la recaída, de Nadie.