sábado, 20 de abril de 2013

Ahora empieza la risa

Soy reconocido oficialmente como un inútil. Nada nuevo, desde luego lo sé desde hace muchos años. Inútil para una sociedad mal planteada, injusta, desequilibrada. Una sociedad en la que unos cuantos inútiles (no reconocidos como tales) se dedican a confirmar oficialmente quién lo es y quién no: quedándose oficialmente fuera de la clasificación, claro. Ironías de la vida. Ser un inútil en un mundo de inútiles significa (por reducción al absurdo) ser desmesuradamente útil. Aquí la trampa está en no decir el ‘para qué’ de esa inutilidad. Ya sabía yo hace mucho todo esto… sólo que ahora ya es oficial. Claro que no podréis contar conmigo para fabricar un mundo así de injusto e impresentable; para eso no he sido ni seré nunca cómplice.


Pero en una competición de mezquindades, siempre tendréis las de ganar. Para mí vuestro dictamen no es condena ni limosna, sino beca. Podría no hacer nada impunemente, pero no me da la gana. A partir de ahora, podréis comprobar de qué es capaz un inútil o un becario. Que tiemblen los cimientos de vuestra Babel de ideas, del proyecto de mierda al que servís, porque ahora empieza la risa.

jueves, 11 de abril de 2013

LITERATURA TÁNTRICA

Tengo una idea buenísima, pero no la escribo todavía. Le doy mil vueltas en la cabeza, busco su formulación óptima, le añado y le resto elementos… podéis llamarlo “autocensura” si queréis… más bien es una intuición del momento idóneo para escribirla. Contención, sabiduría, egoísmo, desgana, desprecio… puede tener mil nombres, pero es un solo hecho. Es la versión más erótica de la literatura para un escritor, que va modulando el instante más perfecto para plasmar una idea, para no estropearla sólo por el placer en sí mismo. Escribir resulta así una experiencia que va más allá de la literatura y la realidad en y de la que surge. Trascendiendo la trascendencia. Después el lector sólo verá letras, claro, pero la trastienda es inmensa. Esperar el instante perfecto para vomitar o eyacular un escrito, requiere una sabiduría que jamás llegamos a tener pero siempre la buscamos, imperfectos, entre la utopía.