jueves, 22 de diciembre de 2011

ESTO VA A DOLER... (¡Vivan las cadenas!)

Preparad la vaselina… que no os pille desprevenid@s lo que se avecina. El mensaje no puede ser más claro: desde el poder –impune, como siempre– nos llega la advertencia como si estuviéramos en el dentista. Nos dicen “esto va a doler” y uno se resigna, como si toda su vida anterior hubiera estado provocando y preparando este momento; uno se resigna como si no hubiera otro remedio, como si no hubiera escapatoria. Al mismo tiempo se pregunta “¿cómo he podido llegar a estar así, caer en esta encerrona?” y se mortifica por no haber sabido escapar a tiempo, se recrimina algo que hizo o algo que dejó de hacer y podría haber evitado lo que ahora viene…

Algo así le pasa a la población de nuestro Estado. Como el niño que tiene la mano preparada para que le den con la regla en los dedos, está a merced de alguien que le hará daño: del Gobierno, en nuestro caso. Y nos hacen creer que la culpa es nuestra, que si nos pegan es consecuencia de nuestros actos; nos maltratan físicamente y además pretenden interiorizar nuestra culpa: nos maltratan también psicológicamente. Nos acosan cada día más, con recortes y castigos contra los cuales no podemos o no sabemos rebelarnos. Actúan de forma paternalista para enseñarnos cuál es el camino recto (casualmente, el que les beneficia a ellos) y nos mortifican de mil maneras por unas culpas que sólo están en su imaginación sádica.

En España conviven dos mentalidades contrapuestas, sin duda.

Una es el perfil de tradición resignada y estoica, que acepta sin rechistar todo lo que le hace daño e incluso lo busca, porque en el fondo siente que el pecado original o algún tipo de maldad antropológica anida en su corazón y merece el castigo que se le imponga. Es la misma tradición de la contrarreforma, conservadora y castiza, capaz de gritar “¡vivan las cadenas!” cuando aparece el Inquisidor de turno; busca la divinidad de su corazón en lo más bajo, como si así pudiera ser ascética y mística, gracias a la mortificación.

La otra es una mentalidad revolucionaria y transgresora, que se niega a transigir con el dolor gratuito y busca recomenzar todo desde cero; que quiere un futuro distinto y es capaz de inmolarse en el intento. Es la “furia española” en estado puro, no reconoce barreras y su potencial ilimitado tiene una raíz noblemente renovada, pues no cree en el pecado impuesto desde fuera: sólo en una ética propia y pura. Busca la divinidad de su corazón en lo más alto, en lo que no tiene precio: un mundo nuevo sin errores, en el centro de su objetivo.

Pero en contra de lo que nos ha hecho creer la Historia que nos han contado, eso no son “las dos Españas”, porque las dos mentalidades anidan en tod@s y cada un@ de nosotr@s a partes desiguales; nos debatimos entre esos dos polos opuestos, contradictorios, en función de nuestras circunstancias y nuestro estado de ánimo. Es una opción individual, vivimos entre dos aguas y estos dos principios que nos constituyen salen a relucir alternativamente dependiendo de la época que nos toque vivir.

El conjunto de la población en su “mayoría” ha elegido buscar un “salvador” el pasado 20N y sólo ha encontrado a mano a este personaje cuyas aspiraciones son contentar a los mercados, al capital y al sistema; para eso ha puesto a sus amigos de la banca y las finanzas en los sitios clave. Estamos asistiendo a la victoria temporal del primero de los polos explicados, pero que nadie se engañe… cuando caiga la careta del Imperio del capital, aparecerá como de la Nada esa otra España latente capaz de decir “¡basta!” caiga quien caiga. Entonces nos jugaremos a una carta, al “todo o nada” el corazón y la vida; porque no queremos más pantomimas y creemos que es posible un mundo diferente: porque hay alternativas.

"Paz para los hombres", por Luan Mart

miércoles, 14 de diciembre de 2011

ENCUENTRO FUGAZ EN AUTOBÚS URBANO

Me parecía tan vulgar hablar del negro brillantemente esplendoroso en tu bolsa de Adidas… y sin embargo ¡deseaba homenajear el bello destello que ha supuesto verte! Más allá del esmalte de tus uñas (refulgente en mis pupilas) o los colores seductores de tu iPhone, que graciosamente jugaba entre tus dedos; más allá también de la profundidad de tus ojos remarcados por su misterioso borde negro… a juego con el pantalón ajustado a la silueta de tus muslos. Mi deseo de homenaje iba mucho más allá, sin duda; ni siquiera me has visto, gracias a mi disfraz de persona gris y el disimulo que llevaba en la mirada… enfrascada en tus cosas, de tanto en tanto regalabas tus sonrisas a la Nada. Finalmente, desde el torpe torbellino de un cerebro en retirada, sólo he sabido eternizar nuestro choque de esta forma:

"… mientras alguien, desde el silencio, contempla y observa tu belleza: ese mohín de no-estar-conforme que frunce tus labios hasta el éxtasis (el mismo que a mí me desespera). Sigues en el mundo tras ese instante eterno, sin apercibirte de que precisamente ser eso (estandarte de la estética), tan fugaz como atractivo, es lo que hace desmoronarse todo; vas dejando –ignorante- tu estela, tu rastro inaprehensible y cautivo del cuerpo adolescente: vas hacia el futuro sin dejarte inmortalizar más que por letras, porque el olvido de tu rostro significa la muerte del tiempo, la catástrofe de las esferas que te impide estar contenta."