domingo, 23 de mayo de 2010

Ariadna

Eres una chica corriente, con sus apetecibles tetitas, como todas... te acercas a mí porque deseas contarme cómo él ha vuelto otra vez, para embaucarte y convencerte de que todo empieza de nuevo... me lo cuentas entre asustada e incitante, dudando entre dos sensaciones que sientes por desigual: la atracción hacia él, el deseo que surge en tu interior para sucumbir a sus encantos... y el temor de que nuevamente la historia se repita, la posibilidad de sufrir... me lo cuentas mientras me haces participar del olor cálido y jabonoso de tu piel, tocando con naturalidad mi cuerpo durante la narración, amistosamente, posando tus ojos claros sobre mi rostro casi impunemente, dejando entrever la suavidad visual de tu escote entre los pliegues de tu camisa azul... oigo tus palabras como entre nubes, confundidas con caricias y embriagado por tu aliento, que siento más cerca de lo debido, sabroso y luminoso entre la vida como un espacio amplio de libertad... ha desaparecido el tiempo entre tu pelo lacio, entre el tacto de tu ropa y la necesidad de los croissants recién hechos... me sigues contando que no puedes resistir a sus encantos pero ya no estoy presente, mi cuerpo me ha llevado hasta el paraíso de tu interior, te acaricio desde dentro sin poder evitar ser tú... somos cómplices en esta confusión de cuerpos, disfruto infinitamente ignorando tus palabras, las que dicen que no es él, que no es él, que soy yo quien te hace sufrir, quien se convierte en él, alejando esta unión que ahora nos eleva más allá de los pronombres... he perdido el hilo de tu narración, la madeja, el laberinto... te veo marchar entre lágrimas de ausencia, alargo la mano inútilmente para retenerte a mi lado, porque no me importa el fin del éxtasis, aunque tú no se lo perdones... siempre dices, siempre siembras... reproches contra el éxtasis, como sirena que anhela la felicidad eterna... no sé cómo conseguiré traerte otra vez hasta mí, ni cuándo será, ahora que ha vuelto el tiempo... no deseo ser él y sin embargo, sólo así sabes conseguirme, sólo así te consigo... comprender cuando te acercas a mí porque deseas contarme cómo él ha vuelto otra vez, para embaucarte y convencerte de que todo empieza de nuevo...

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