jueves, 12 de enero de 2012

oro y más

No envidio a nadie, porque lo tengo todo. Imposible encontrar algo que posea otro y me haga nacer en el interior la necesidad de ser su igual, ni tampoco la de usurpárselo. Pues ¿cómo podría abandonar la posición de privilegio quien todo lo tiene absolutamente, por algo concreto y mezquino?


Niego el tiempo y tengo la eternidad, de la misma forma que negando la eternidad ya tengo el tiempo. Igualmente, llegan a mis manos caprichos y apetencias con tal facilidad que ya ni pienso en fruslerías. Gracias a semejante desapego (o a tal potencia, da igual cómo se le llame a este don) al instante viene hasta mis dominios todo lo imaginable.

Si quisiera todo el oro del mundo, sólo tendría que hacer un pequeño esfuerzo para conseguirlo: darme cuenta de que tanto metal precioso no vale sino una mínima parte del amor; con gusto alguien que tuviera todo el oro del mundo, lo cambiaría por el amor verdadero ¿no? Y si ya lo tengo, ¿no soy infinitamente más rico sin necesidad del oro, ni tan siquiera de verlo? Ya veis: acabo de tener para mí todo el oro y lo regalo, no quiero ni verlo, por eso soy doblemente rico, más que quienes lo almacenan.

Hace tiempo ya que no me inquietan los bienes materiales, ni las necesidades físicas o espirituales, pues cuando quiero algo… de la misma forma que habéis visto hace un momento todo el oro del mundo en mis manos, ese algo aparece por arte de magia en mi regazo. Quien así es de afortunado, ya no quiere nada porque lo tiene todo. Tampoco va fijándose en bienes ajenos, pues no le inquieta posesión alguna.

Poseo la piedra filosofal, el secreto hermético de los alquimistas; pero no lo busquéis fuera de este escrito: mi riqueza no es robable, es un regalo.

3 comentarios:

  1. Ernesto, que me han sido restituidos el blog y la cuenta. Al parecer surtió efecto que rellenase un documento de reclamaciones, no sé.
    La verdad es que no entiendo nada, pero bueno, que sigo contando con el blog aunque seguramente lo traslade de sitio, a ver...
    Un abrazo y gracias por tu atención.
    JL

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  2. Gracias a ti por seguir en la brecha, JL. ¡Que no decaiga! Si haces una mudanza, mantén al corriente a la concurrencia, plis. Pocos hombres-lobo se ven por aquí... no es cosa de perderles la pista.

    Nos seguimos leyendo, mucha salud.

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  3. firmo... intentaré buscar el todo en mí

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