viernes, 20 de septiembre de 2013

Reflexiones irreverentes

Podréis profanar mi cuerpo infinitas veces, para eso habéis inventado innumerables estrategias y están a vuestro servicio todos los mercenarios de la ciencia. Incluso tenéis en vuestras manos el poder, muchas veces políticamente incorrecto (aunque eso os deja indiferentes), a vuestro alcance innumerables herramientas con las que vuestro brazo corrupto extiende sus tentáculos por todos los universos (habidos y por haber: posibles e imposibles, pasados y futuros).

Pero el asedio que ejercéis constantemente, con mi mente no os servirá de nada: es una parcela que os está vedada. A lo largo de los años he ido perfeccionando tácticas de supervivencia, impermeabilizando por ósmosis inversa este cerebro que se os niega. Por eso (y por mucho más) es tiempo perdido, para este montaje no podéis contar conmigo.


No es cuestión de heroísmo, más bien de supervivencia, de indiferencia. Vuestros valores más elevados resultan indiferentes, no sé… quizá sea cuestión baladí, que depende de vuestra importancia. O puede que sea yo quien –defectuoso- permanezco frío ante vuestras ofertas: nada tentador, en todo caso, para quien ha desertado hace tiempo de vuestro mundo del pecado.


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