jueves, 29 de mayo de 2014

REFLEXIONES DE UN RICO

¡Qué fácil es pedir justicia social cuando uno es pobre! Resulta casi una necesidad, un corolario. Lo difícil es intentar cambiarlo todo desde una posición de privilegio. Las más de las veces tus correligionarios te tildan de traidor, bobalicón o inconsciente; además, harán todo lo posible para inhabilitarte, ningunearte o peyorarte… por si acaso cundiera el ejemplo. Ante todo, corporativismo.

Como un profesor que durante la fiesta se disfrazara para acercarse a los alumnos: a buen seguro, alguno de sus compañeros le reprocharía “rebajarse” al nivel de los alumnos. Esa misma sensación siento yo entre mis compañeros de clase alta cuando expreso mis ideas sobre la justicia social.

“¡Si al menos lo dijera para perpetuar nuestro status!”, son sus afirmaciones egoístas. “Pero no, realmente quiere ser chusma, quiere ser pobre”.


Si actuara al revés, sería tan déspota como sólo puede serlo un “nuevo rico”; tal como lo hago, parece que me acerco más a la figura del “nuevo pobre” antes de haberme arruinado siquiera.


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