martes, 5 de abril de 2016

Los hombres...

Los hombres suelen –cuando quieren sonreír- ponerse sin querer la sonrisa de su amada, como si de esa forma pudieran poseer lo que de inaprehensible tienen las mujeres, y consiguiendo sólo la mueca grotesca de un mal imitador, el rictus de su propia burla para terminar siendo una pobreza digna de infinita compasión.


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