No os
aflijáis por semejante tontería adocenada: en persona soy insoportable, nada
que ver con la posible idealización que habita vuestra mente. Mejor que os
quedéis con la ilusión en la recámara que haber experimentado la constatación
de un trato humano que a buen seguro os defraudaría.
Podéis nadar libremente,
navegar por las páginas que os lego: ahí me encontraréis más que en la carne.
Y
si queréis una buena guía para surcar los procelosos desiertos de la existencia
(siempre distinta, siempre irrepetible, siempre ajena), no dejéis de hacer lo
que yo hago… pero no cometáis el pueril error de hacer lo que digo.
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