domingo, 9 de agosto de 2009

Bajo la piel de la realidad



Cada libro es un juego diferente, una especie de laberinto escondido, agazapado tras la puerta/portada con unas reglas únicas que se van aprendiendo a medida que se avanza. Es una vida distinta, necesaria, imposible... como otro mundo que repite las formas de éste pero con todo lo demás diferente. Un reto para audaces (para quienes realmente leen), otro territorio, otro planeta seductor sólo conseguido por quienes realmente escriben/seducen. Es más bien la puerta abierta a otro mundo (im)posible.
Se conectan entre sí como estaciones de metro, con transbordos y combinaciones infinitas en las que perseguir una idea que en realidad es un amigo que nos guiña la complicidad de mil disfraces; entre sonrisas jugamos a perseguir al revés (detrás el perseguido) entre esa selva virgen cuyos colores nuevos, siempre nuevos, nos reinventan la vida hasta hacerla atractiva. Un amigo es una idea más allá de la persona, una idea se personifica, encarnándose más allá de la amistad hasta la reencarnación comunicativa.
Todos los libros que a lo largo de mi historia he ido atesorando en mi interior, son barridos por estos crueles y ávidos vientos de guerra que sólo dejan desconsuelo para las poesías rotas. Nada salvo polvo y la destrucción de todos los corazones. Nada salvo la nada, a salvo.

2 comentarios:

  1. Me alegra coincidir contigo en la percepción de lo que es abrir las páginas de un nuevo libro. Gracias por tus comenatrios, también. Por cierto, la canción fantástica. Siempre me gustó muchísimo. Un cordial saludo.

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  2. Vale!
    Repite la visita cuando quieras, tendrás un rincón en el que arrellanarte cómodamente y tertuliar: para disentir o coincidir, pero siempre para dialogar. Sursum corda!

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