lunes, 5 de octubre de 2009

OLLA (setevala)

Hace unos cuantos siglos estudié de cerca las bellas artes. Quizás se me note ahora en la forma de dar las pinceladas con las palabras (quizá un poco relamida), o puede que en el disolvente que uso para según qué indeseables pigmentos. Tal vez el perfilado de las expresiones con que dibujo las metáforas, a caballo entre el difumino y el grafito, delatan la manera de esbozar la realidad caligráfica. ¡Quién sabe! Como dijo una vez aquel juez instructor, más que firmar parece que esculpo (sobre su tumba).
Para mi percepción, se asemejan tanto la impronta y su ausencia, que sólo podría explicarlo con un texto fotográfico: en el que se ponga de relieve que lo negativo es el origen de toda verdad.
No haré un repaso exhaustivo de las huellas que puedan rastrearse en mis letras de aquella fugaz época pasada, pero baste decir que las palabras que grabo sobre el papel, son originales múltiples que delatan a mi mano convertida en plancha; la presión medida con la que estampo estas imágenes traducidas (y sus trazos de plumilla) quizá sólo pueda comprenderse en China.
Construyo mi casa cada día (pero es una instalación, no arquitectura) desde la performance que es mi vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario