domingo, 25 de agosto de 2013

El tango (1)

PRIMERO
Un gaucho que pasa sin rumbo ni amor, y en el pecho dolor de vieja arboleda, canción de espina con un pedazo de vida, se va a encontrar con la fría sordidez del arrabal en Buenos Aires atrapado a sus calles, ambulando su piel.
Al verlos la Pampa es un verde pañuelo tendido en el suelo que quiere llorar con un compás de tango de antes, para poner color al dolor del inmigrante. El alba no perdona ni tiene corazón para el amor ausente tras un retazo del olvido, porque ese cielo azul que todos vemos ni es cielo ni es azul.
Por eso gimen las noches de tan silenciosa calma y bajo el burlón mirar de las estrellas nace el tango errante y sentimental, fruto de la alegre gente en su excitación.
La milonga entre magnates con sus locas tentaciones es un pintoresco broche sobre la noche del carnaval donde muchos se embriagan con vino y otros se embriagan con besos.
Pero eso sólo es una apariencia, porque son náufragos del mundo que han perdido el corazón por los fracasos del amor, y la suya es una risa que precisa la confianza del alcohol.
En los prostíbulos se cambia el oro por las mentiras y se compra al contado el falso amor, y si nace en ellos el tango es porque la tristeza inventa flores allí donde van los que tienen perdida la fe.
Son almas que no tienen puerto porque han olvidado las rutas del mar y saben que es triste la primavera si se vive desteñida.
La alegre y triste fiesta de los que viven al ritmo del tango es la música de la carne que enciende todos los fuegos al arrullo funeral de un bandoneón.
La noche parece un pozo de sombras, y las pobres barcas sin rumbo que hacia las playas arroja el mar sin fe, sin patria, sin esperanza, inventan las notas que muerden las carnes con su motivo sensual.
Al fin, ¿quién es culpable de la vida grotesca, ni del alma manchada de carmín? Cuando los amigos que no están son el son del tango amargo conviene aprender a ser absurdo, por eso se abrazan bajo el foco muñecos de serrín.
La sangre que sufre a cada compás mientras el brazo como una serpiente se enrosca en el talle que se va a quebrar.
Así se baila el tango, mezclando los alientos, cerrando bien los ojos para oír mejor.
Para todo hay un tiempo acompasado, y el tango, que está en todas partes, hace que el amor perdido se convierta en una sombra más fuerte que la muerte, grito perdido en el olvido, paso que vuelve del fracaso, canción hecha pedazos que aún es canción.

NINGUNA

1 comentario:

  1. Por lo visto la sequía es más seria de lo que pensaba, Don Ernesto.

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