domingo, 24 de noviembre de 2013

El tango (5)

QUINTO
Recordar es una alegría que puede matar, sobre todo cuando los años han pasado terribles, malvados, dejando esa esperanza que no ha de llegar y es mejor dejar perdidos los anhelos que no han sido.
¡Qué amargura! La de estar de este lado sabiendo que enfrente nos llama el pasado a través del turbio cristal del recuerdo.
La juventud se fue, pero vivir con el alma aferrada a un dulce recuerdo hace nacer nostalgias de las cosas que han pasado, arena que la vida se llevó, pesadumbre de barrios que han cambiado y amargura del
sueño que murió.
Cansa tanto escuchar ese rumor de la lluvia sutil que llora el tiempo sobre aquello que quiso el corazón, que uno desearía poder esquivar el tiempo cruel y volver a vivir aquella edad, fantasma del viejo pasado que ya no se puede recuperar.
Es tan triste vivir entre recuerdos como la fiera venganza del tiempo que le hace ver deshecho lo que uno amó.
¡Cómo se pianta la vida, cómo rezongan los años! hasta comprender que las horas que pasan ya no vuelven más y todo retorna del recuerdo como un tiempo viejo, caravana fugitiva.
En un mar de ausencias se nos va la vida curda ya de recuerdos, como volcando un veneno en el olvido que todo destruye.
Todo se abisma en el pasado, pues la triste ceniza del recuerdo no es nada más que ceniza, nada más.
Después de todo nadie vuelve al rincón de su nostalgia.
MELODÍA DE ARRABAL

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