viernes, 25 de marzo de 2011

hace siete años y un día


Imagina que la literatura es un perro,
una palabra pronunciada por un banquero.

Sácala a pasear cada día un par de veces,
mírala a los ojos, dedícale tiempo;
adiéstrala para que coma de tu mano
enséñale cómo son las normas del universo.
Sé severo contra sus caprichos, ten constancia
y no te dejes llevar por la ternura o el incienso/ingenio;
en ocasiones sus heces te harán vomitar
y por eso: mímala, cuida su dieta
para tener la seguridad de que está en su peso.
No le des más de lo que merece
mas tampoco menos.
Desprecia su vacuidad, su inmanencia
la capacidad que tiene de convertirlo todo en metal.
Hazle ascos a cosa tan ruin que ni siquiera
mañana será recordada. Y escupe sobre todo
lo que nunca ha sido: el poder, el centro
de todo mundo material.
Colócala, por fin, en el lugar
justo donde le corresponde
en tu corazón, en el universo.


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