domingo, 27 de marzo de 2011

HOY ME GUSTA TODO


¡Qué tremendo! Me gustan los muertos que son, como están; y que mi inconformismo choque con el hediondo mundo que necesita para sobrevivir. Es más drástico (mucho más) este gusto mío que cualquier (pesim)ismo. Me gusta que sea esta hora ¡y es tarde!, pues me gusta odiar los relojes. Me siento bajo el influjo conjuro de mí (energía positiva) viendo potente cómo encaja todo. Me veo abocado por este abismo –mi amor- a la suplencia de Ti, en tu ausencia. Me gusta que no estés ahora (¿significa que estarás, y por eso me gusta?), y eso sí es tremendo: no puedo llamarlo soledad. Me gusta odiarme como a los domingos, y que se acabe el papel, o mi falta de imaginación. Me gusta escribir sin sentido, ni pensar o pesar. Lo gratuito, el placer, amarte, descubrir el norte, occidentarme y blasfemar sobre palimpsestos. Anhelar la satiriasis, rebuscar opciones seniles entre los recuerdos, ¡olvidemos el futuro! Un corredor de aire nos está indicando el anhelo de otro vuelo, ¡viva el rebuzno institucional! –dirá mi obra.
Se comba el viento, el aliento, me espera el agua más allá de las cuevas; y caminar vereda adentro buscando avellanos, algarrobales en medio de una selva andina que me reconcilie con mis heterófagos y asuma la comprensión de mi imbecilidad.
Estoy glosando una eternidad, el absoluto de mis rentas miopes disolviéndose en este placer incomprensible, nunca antes experimentado. Es otra piedra filosofal, no la comprensión sino lo inagotable de combinaciones oníricas, aleatorias y lúdicas, lúbricas. Un automatismo sin autómata: a) la asociación inconsciente; b) la entrada de lo inesperado; c) buscar lo contradictorio; d) el vuelo inconsistente de un alma como palomas; y después, todo lo demás, cualquier fórmula es válida: los ancestros, la impotencia, una gastronomía sumergida en ocurrencias cotidianas, el humor arte o la mera descripción tamizada en vocablos educacionalmente correctos (majaderías de concordancia). Así en la lengua como en el cielo (de la boca), sigue valiendo la alquimia para las manos, ensuciando colores de atardecer sobre la pobre materia inocente de sus posibilidades holísticas. Y me río, me río mucho de todo porque en esta caverna del sinsentido cabe de todo, hasta las ratas, que también me gustan, y podría seguir, pero me paro…

Primera redacción de un capítulo de "Malas memorias" (inédito)

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