Asisto
a mi declive físico igual que lo hice con mi juventud incierta: sin un asomo de
tragedia. Con curiosidad, con desparpajo, buscando los significados últimos de
todo cuanto me sucede. Quizás intentando así desmenuzar la ‘realidad real’, tan
disfrazada ante esta tan obstinada ‘realidad aparente’.
Contemplo,
como un científico que ha inventado su propia ciencia, cómo todo va encajando
hasta darme con disgusto la razón en este absurdo mundo en el que quien tiene
razón, sucumbe.
Quedan
las glosas de mi testimonio como hitos que son, en el camino. Quizás, igual que
las constelaciones, sirvan para orientación de peregrinos. A mí me valen como
pasatiempo incomparable (pues soy el protagonista) y propedéutica para quienes
se quieran acercar a mí en el futuro.
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