No
escribo todo lo que pienso (me autocensuro) pero sí pienso todo lo que escribo
(hace mucho que no practico la escritura automática). Observo y
participo, como cualquier antropólogo que se precie, sin implicarme más que lo
imprescindible (o sea, todo). Analizando con detalle mis obras y su contexto,
puede concluirse –sin duda– cierta misantropía… es el reverso de la realidad,
esa otra utopía.
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